La noche cae sobre mi
pigmentada de sueños,
descontando los tiempos
y aunmentando el latir,
lunas por desvestir
el talle de mis deseos,
sofocando a fuego
mi fantasía en tí.
Los espacios estrechan
la cavidad de la fiebre,
sangre que hierve
a puertas abiertas
soltando las perlas
donde el tacto muerde
echando las redes
de la furia erecta.
El temblor aúlla
por los poros de mi piel,
sazonando su sed
con la sal de tu lengua,
fragua que estruenda
su ardor en los labios
para tatuarnos
la gloria eterna.
Esenca