mis instintos nativos,
reptiles de los latidos
internos erupcionando,
acariciar sin manos
que el alma embriagaba
con las lunas apagadas
sobre el liquen del orgasmo.
Te llevaste la mujer
que tu poesía deseaba,
de su cuerpo las llamas,
de su sensualidad la sed,
dejándote perder
tras la inercia de su fuego
que inocencia y veneno
te hicieron enloquecer.
Te renaciste en la fantasía
de su realidad más natural,
empapandote en el mar
que derramaban sus celosías,
anocheciendo el mediodía
en sabores sin descifrar
que nadie podrá jamás
sustituir tanta delicia.
Esencia
No hay comentarios:
Publicar un comentario