Camina lento
el suspiro
de mi súplica
donde la rúbrica
de mi beso
deja en tu pecho
una túnica
de movimientos.
Repta despacio
por tu sangre
el hambre
de mi deseo
tan cautivo,
tan suelto
que te late
fuera y dentro.
Sube sin prisa
por los canales
de los jadeos
los dedos
de las caricias
que amotinan
el tiempo
para detenerlo
cuando se agitan.
Roza el forro
de tu piel
la sed
de mi morbo
y el todo
para darte,
temblor anhelante
serpeado muslos
al hacernos uno
en el culto
de amarse.
Esencia
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