Tendida sobre sábanas de sol,
con el corazón desnudo y pedigüeño,
reclamo al dueño de mi espina y mi flor
que desembale amor sobre mi cuerpo.
Espero los lamidos de sus manos,
los espasmos celando primaveras,
la verbena que dilata el milagro
alicatado en paredes de mis venas.
Deseo la agresión de su saliva,
la rebelión de la vida que me hierve,
el cortejo de su fiebre en carne viva
y ser esculpida por sus ojos orfebres.
Ansío su súplica sin telas,
el goteo de las estrellas en mi vientre,
su simiente abriéndome la tierra
amarle a ciegas despacio y en torrente.
Pido en mi silencio sus idiomas,
las domas de su tacto en mi piel,
la sed que siente y que me nombra,
y la gloria de sentirme tan en él.
Esencia
pido que me pidas casi sin pedirme,
ResponderEliminarpara ser lo firme que estremezca tu centro
y perder en fuego del flujo absorvente,
mi vena batiente de ardor y deseo...
Roberto los poemas son todo un dialecto, un lenguaje que bien nos hace entender, es fonema y es mirada, es latido y es voz... y pedir sin pedir es el mejor de los sonidos...
ResponderEliminarToda esencia.
Genial. Cada vez me gustan más tus entradas.
ResponderEliminarPasando nuevamente, a deleitar mis soledades con tus versos.
ResponderEliminarHelena pues más que contenta y agradecida me dejas...saludos siempre esencia.
ResponderEliminarFher siempre es grato compartir poesía, gracias por leer.
ResponderEliminarSaludos esencia.