Es una ceremonia,
labrar el tiempo,
dejarlo sentir despacio
en el espacio
de los cuerpos,
en el silencio
de su dialecto,
sellado al fuego
de tal milagro.
Desilvanando aire
entre suspiros,
dándole sitio
entre espasmos
cuando al amarnos
nos soltemos
del oxígeno
del mundo
y en ese ayuno
nos volemos.
Enraizados a la piel
desprovista de pudor,
compartiendo el sudor,
las caricias y la sed
echada como red
hasta los huesos,
temblorosos y tiernos
torneándose
demorándose
en volver
al estado original
para no gastar
el orgasmo de su ser.
Esencia
No hay comentarios:
Publicar un comentario