Muerdo el aliento descolgado de tu boca,
se corta el tiempo en los suspiros
que, en cobertizos de la gloria,
se desabrochan sus corpiños.
Gotea la savia entre mis dientes,
ardientes corsarios al abordaje
del íntimo viaje entre los vientres
que descorchan las fuentes que nos laten.
Rozo el jugueteo de mis manos,
afilando labios con lenguas sedientas,
astucia secreta mostrando el sallo
donde el espasmo toma las riendas.
Palpito tu nombre sin pronunciarlo,
abro el glosario de sensaciones
desgarrando el escote a dos manos
que sudan los tragos de tus bodegones.
Pellizco en saliva todo el deseo
lamiendo los dedos que te provocan,
cayendo la blonda donde tu suelo,
haciéndote preso donde me robas.
Esencia
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