
Tras la mirilla
de tus ojos hambrientos
el aliento
doblando sus rodillas,
sales que deliran
entre muslos terciopelo
a ras del cielo
donde el climax respira.
Disimula el rubor
que encarnece
donde la fiebre
aprieta el cinturón,
mojando el pantalón
de las paredes
que como redes
atrapan esta pasión.
Respira en la rendija
donde el aire suena
y la sangre en venas
nos bulle prolija,
donde la ansiedad exija
y el jadeo vuele,
respira cual fuelle
en mi espalda contraida.
Cógeme desprevenida
y róbame las llaves
de todas las calles
que te suplican,
de todas las rías
que se desbordan
cuando rozas
tu carne viva.
Esencia
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